lunes, 10 de junio de 2013

Reconocimiento de Personajes



RECONOCIMIENTO DE PERSONAJES

PRINCIPAL

COCORÍ: Rostro oscuro, con el pelo en pequeñas motas apretadas, ojos de porcelana, inquieto, impulsivo, cariñoso, trabajador, buen hijo. tiene 7 años, es sentimental, de buenos sentimientos, mirada limpia. Le regala "tesoros" a la niña rubia. Se siente feliz porque ella le habla, sonríe y lo besa en la mejilla; se desilusionaba al no hallarla cuando regresa con su dos regalos: el monito Tití y la canción.  Emprende la búsqueda de respuesta a su pregunta de por qué su rosa vivió tan poco y otros mucho; regresa cansado de la selva y es el Negro Cantor quien le da la respuesta: su Rosa vivió mucho porque hizo el bien.


SECUNDARIOS




MAMA DRUSILA: Mujer, negra, mamá de Cocorí, preocupada por su hijo, impaciente, quiere mucho a Cocorí, se califica de ignorante, no entiende las preguntas del niño.





DOÑA MODORRA: La Tortuga, tiene una cabeza pequeña y puntiaguda, su joroba es jaspeada. Cuenta con ciento cincuenta años; filosofa, sabía, cara ausente como rumiando pensamientos muy profundos; algunos dicen que es una perezosa; precavida, agradecida y posee gran ternura maternal, es tatarabuela.





EL PESCADOR VIEJO: barbas blancas, cuenta muchas historias, sabe mucho sobre los barcos y la selva, no tiene dientes. Le dice a Cocorí que él ya no se hace preguntas.




 

LA ROSA: Bella, luminosa, fragante, esparce sólo bondad.










LA NIÑA: Linda, suave y rosada, ojos celestes, pelo rubio, curiosa, ingenua, cree que el color de Cocorí es tizne. Simboliza la cultura extranjera que provoca admiración en los latinos.







EL NEGRO CANTOR: Amigo de todos, querido, toca admirablemente la flauta, su único oficio es cantar, alivia el dolor más agudo con las melodías de su flauta.






TITÍ: Liviano, rápido, goloso, no es inteligente, roba la cosecha del campesino, pícaro, le hace a los demás muchas travesuras, temeroso de don Torcuato, se cuelga con la cola de las ramas, es un "cabeza hueca".





DON TORCUATO: Es el más viejo de los caimanes, fue amigo del abuelo de doña Modorra, quisquilloso, sensible a las adulaciones, mal gusto, tiene 300 años, su padre fue don Torcuato el Viejo, atropellador, rencoroso.

PÁJARO: Sirve de dentista al Caimán, agradecido.



TALAMANCA: es una Bocaracá, es la más vieja de las serpientes, más gruesa que el tronco de un roble, deja árido el terreno por el que se arrastra, tiene escamas enormes, gastadas por los años, duerme largas digestiones.












CAMPESINO: Colérico con los monos Titíes porque le roban las mazorcas, vigila constantemente el maizal de las incursiones de los monos.








CARPINTERO: Cabeza llena de aserrín.
AGUADOR: Cargas las tinajas llenas de agua.
LEÑADOR: Genio avinagrado.

LA SELVA: Oscura,  peligrosa, tenebrosa.

Deducción del Sentido del Lenguaje Figurado



DEDUCCIÓN DEL SENTIDO DEL LENGUAJE FIGURADO:

En consecuencia con la obra El Principito, en Cocorí el niño no sabe nada, es ingenuo y por ello se aventura por la selva para hallar respuesta a la interrogante que surge en su mente, y - al final - es un adulto el que todo lo comprende y le explica que su Rosa vivió mucho en pocas horas porque despertó la bondad en quiénes la rodearon:

METÁFORAS:
"Los ojos de porcelana de Cocorí..." (p. 9)
"Hacía veinte lunas que no venía ninguno" (p. 13)
"...puñado de bucles de sol y miel..." (p. 15)
"...se rascó la lana de su cabeza." (p. 33)
"... unos rayos de sol... dejaba caer sus monedas de oro en la tierra." (p. 40)
"...la tristeza plegó sus alas grises sobre su corazón" (p. 72)

SÍMILES:
"su risa descubrió sus encías rosadas como papayas" (p. 9)
"Es linda (...) como un lirio de agua" (p. 15)
"De pronto se detuvo en seco como herido por un rayo." (p. 28)
"Parecía hecha de cristal palpitante, con las estambres como hilos de luz" (p. 18)
"... escucharon el río como un trueno de agua." (p. 42)
"El ardor en su pecho, ardiente como una zarzamora, le arañaba todas las fibras de su alma." (P. 54)
"esparcía alrededor un aroma sutil, como una nube rosada de encanto." (p. 80).

PROSOPOPEYA
"El canto del gallo corría por el caserío." (p. 12)
"- Quengo jolo quijientos años - contestó el Lagarto hablando con la boca abierta." (p. 46)
" -¡Qué rica miel! - comentó goloso el Tití, y largo rato estuvo con la lengua estirada, recogiendo el chorrillo delicioso" (p. 58)

"- Estamos llegando - dijo la Tortuga, y un temblor le quebró la voz a su pesar." (P. 59)

Valoración de los léido



VALORACIÓN DE LO LEÍDO

La lectura de la novela Cocorí nos adentra en un mundo infantil, donde las preguntas surgen por doquier y se llora por el temor de no encontrar una respuesta que satisfaga nuestro yo y nos llene plenamente de la comprensión de los sucesos que rondan nuestra vida en sociedad.

"... la trompita de Cocorí permanecía fruncida y los ojos entornados llenos de lágrimas.
¿Por qué la Rosa había huido tan luego? ¿Por qué no lo había acompañado hasta que fuera grande? (...)
Y una rebeldía iba fermentándose en su corazón. ¡Qué su Rosa hubiera vivido un día  y  en cambio otros, que de nada servían sino para hacer daño, vivieron tantísimos años (...)
"El mundo marcha de cabeza y yo soy un niño y no puedo comprenderlo.
Por fin un día se resolvía de su silencio." (p.32)

En la obra se plantea una gran enseñanza que el lector debe saber interpretar:

"Siempre los vicios acaban por perder al débil que no sabe dominarlos..." (p. 21)

Además:


"cada minuto útil vale más que un año inútil". (p.76)

Determinación del Espacio y el Tiempo



DETERMINACIÓN DEL ESPACIO Y EL TIEMPO

ESPACIO:

La acción se desarrolla en varios lugares como la playa, el mar, la selva, la choza de mamá Drusila.

TIEMPO:

El relato sigue un orden línea, la acción dura varios días, la angustia rodea el camino de Cocorí por hallar una respuesta a su pregunta., oír ejemplo, el encuentro con don Torcuato, la espera frustrada del despertar de Talamanca.

Ej.:

"Llegó la noche,  salió el sol, de nuevo aparecieron las estrellas entre los árboles. Cocorí espiaba a doña Modorra a ver si daba señales de vida (...)

- No, doña Modorra, ya no duerme más. Desde el lunes estamos esperándola y mañana es domingo - protesto compungido Cocorí." (p. 70)

Justificación de Posiciones ante los Valores



JUSTIFICACIÓN DE POSICIONES ANTE LOS VALORES

La obra versa - al igual que El principito - en uno de los valores fundamentales del ser humano: la amistad. Como ser que vive en sociedad, el hombre depende de la amistad entablada con los otros para desarrollarse afectivamente y en forma plena.

Por ello, Cocorí encuentra en sus amigos (doña Modorra y el Tití) el apoyo que le permite adentrase en la selva en busca de la respuesta a su pregunta de porqué su Rosa vivió tan poco y otros tienen más años que "las hojas del roble" (p.32), "las yerbas del monte" (p. 33), "las semillas del higo" (p. 34), "las arenas del mar" (p.36).

Doña Modorra vence el miedo y lo acompaña; además lo salva varias veces con sus prudentes consejos así demuestra su agradecimiento y amor (otros valores importantes) por el niño, quien también la socorrió cuando ella lo necesitó.

Ej.

"A doña Modorra el terror lo paraliza. Está hecha una gelatina de miedo dentro de su concha. Pero, dominándose, por el amor a su prójimo, le grita:
- ¡Cocorí, no corras en línea recta porque te alcanza! ¡Corre haciendo círculos!" (p.51)

La acción oscila alrededor de la corta vida de la Rosa; desde el epígrafe (cita que encabeza la obra literaria) se deja entrever la importancia de este personaje personificación al igual que los animales, quienes poseen hasta el don de hablar.

El epígrafe dice:
"A breve vida nace destinada, 
sus edades son horas en un día." Quevedo.

La Rosa despierta en Cocorí valores (así como los despertó en el Principito de responsabilidad, cariño, ternura) Tales como: bondad, generosidad, amor, amabilidad.

 Ejs.
"Todo le parecía amable y hermosa." (9. 25)

"¡Es cierto! por ella salvé yo a
doña Modorra - recordó. Por
ella rescaté al Tití y por ella me
atreví a vencer la selva - y
comenzó a ensancharse le una
sonrisa en el rostro." (9. 76)

otro valor que se destaca es el amor maternal, el cual perdona la desobediencia y olvida la preocupación que sintió por el destino del hijo perdido.

El.

"- ¡Mi chiquitito! ¿dónde estabas hijo mío? ¿Qué te habías hecho? - Y los besos llevían sobre el rostro del negrito." (p. 79)

Capítulo X - Sus Edades son Horas en un Día




SUS EDADES SON HORAS DE UN DIA
Con la misma apetencia con que los caballos vuelven a su pesebre, la Tortuga marchaba de regreso con un trocito anheloso que no podía disimular. El Tití, descaradamente contento, iba silbando con las manos agarradas a la espalda. Sólo Cocorí se veía muy alicaído . Siempre rezagado, po podía olvidar que su Rosa había muerto en un día y que, en cambo, esos seres que viven centenares de años arrastran una existencia sin sentido. Era una espina que no se podía arrancar.
Salieron de la tierra de la Serp9iente, orillaron de nuevo los dominios del Jaguar, demarcados por un olorcito a almizcle, inconfundible, y dando un largo rodeo evitaron cuidadosamente la Laguna de los Caimanes.
-Podía reconocernos don Torcuato - recordó prudente la Tortuga - , y es muy rencoroso.
Al día siguiente gustaron toda una mañana por culpa del Tití.
Alegre con la idea del regreso, venía adornándose con flores multicolores la cabeza y ya se había tejido una guirnalda que, colgada del cuello, le arrastraba al andar. Al ver una mariposa aterciopelada se lanzó a correr detrás de ella.
-Me la pondré sobre la cabeza como un lazo. - Además recordó que el gusanito de la mariposa era un exquisito mejor.
Salió a la carrera siguiendo el caprichoso vuelo del insecto, pero éste fue a desaparecer en un hueco, junto a un árbol. El Tití, empecinado en su cacería, metió la cabeza por la estrecha abertura. ¡Bueno castigo sufrió su testarudez!  Era {esa la madriguera de un zorro hediondo que apestó de mal olor al pobre monito.
Cuando el Tití regresó, llevaba una cara tan larga que doña Modorra le preguntó.
-¿Qué nueva calamidad te ha pasado?
Pero no necesitó la respuesta.
--¡Uf! - y con ambas manos se tapó la nariz.
El Tití los miraba con profunda desconsuelo. NI él  se podía resistir.

-¿Qué hajemoj, oña Bodorra? - preguntó Cocorí con la nariz apretada entre las manos.
La Tortuga indicó una poza y el monito se alejó para proceder a una concienzuda limpieza. Pero a su regreso todavía apestaba.
Doña Modorra buscó tricopilias y orquídeas y las exprimió sobre el monito, pero el perfume naufragaba en el mal olor.
Le dieron fricciones con orégano, perejil, albahaca y todas las yerbas olorosas que pudieron encontrar. ¡Llegaron al recurso final de fregado con floripondio y  por fin lograron dejarlo tolerablemente inodoro!.
A la tarde prosiguieron el camino. Fue quedando atrás la selva espesa y llegaron a las márgenes del río. Con la proximidad de sus hogares hasta el abatimiento de Cocorí se atenuó. Pero era triste volver derrotado.  Prosiguieron por la orilla del río y al llegar a la cascada divisaron a alguien. Al reconocer al Negro Cantor el desaliento de Cocorí estalló ej sollozos.
-¡Ah, Negro Cantor, qué desgraciado soy!.
-Pero, ¡qué te pasa, Cocorí? Tu mamá ha andado loca buscándote.
El llanto no le dejó contestar.
-Cuéntame - insistió el Negro con amable bondad.
-¡Te... acuerdas... de... mi flor? - sollozó por fin.
-¿La Rosa que te dio la niña rubia?
-Sííí´, la que no esperó mi regreso - y una nueva explosión de pena le cortó la palabra.
-Tranquilizate, Cocorí - lo animó el Cantor era linda y vido, y le hizo cariño en el pelo.
- Pero ¿por qué, Negro Cantor, si mi Rosa era linda y buena, por qué tuvo una vida tan corta?
-Te engañas, Cocorí - sonrió el Cantor con un relámpago de dientes blancos -, no fue una vid acorta.
-Si ya te lo dije, vivió un día. Y ahí tienes a don Torcuato y a Talamanca hinchados de tiempo.
El Cantor acomodó al Negrito sobre sus rodillas:
-¿No viste que tu Rosa tuvo una linda vida? - le preguntó -, ¿No vistes que cada minuto se daba entera hecha dulzura y perfume?
-Oh, sí, ¡cómo me llenó de felicidad!
-¿Qué es la vida de Talamanca la Bocaracá, que se arrastra perezosa asolando todo a su paso y durmiendo largas digestiones? ¿Y don Torcuato, bilioso por el poder de su vecina, que se desquita haciendo daños a su alrededor?
Cocorí se estremeció ante el recuerdo.
-¿Tú crees que eso es vivir, Cocorí? Dormitar al sol rumiando pensamientos negros y malvados. ¿No ves que tu Rosa tuvo en su vida luz, generosidad, amor, y estos otros nunca los han conocido?
El Negro Cantor prosiguió:
-Tu Rosa vivió en algunas horas más que los centenares de años de Talamanca y don Torcuato. Porque cada minuto útil vale más que un año inútil.
Cocorí sentía que una luz salvé yo a doña Modorra - recordó -. Por ella rescaté a Tití y por ella me atreví a vencer la selva - y comenzó a ensanchársele una sonrisa en el rostro.
-¿Así es que se puede vivir mucho en un ratito? - preguntó inocente.
-¡Claro que sí! - le respondió el Negro, contento de que le hubiera entendido - . ¡Verdad que fue una larga vida?.
Cocorí miró a su alrededor y vio al aire galopar alegre arrastrando mariposas. La savia subía por el tallo de las magnolias jugosas y se regaba por los prados. Cocorí era feliz.
Y los cuatro amigos, tomando de la mano, comenzaron a bailar y saltar locos de alegría.
-Y ahora a casita - le recomendó el Cantor -, que tu mamá debe estar muy intranquila.
El Tití se despidió y corrió a sus cocoteros a contar sus aventuras.  Cuando Cocorí, después de abrazar al Negro y a la Tortuga, pasó por allí, lo oyó, todo importante, exagerando su aventuras en la selva.
-...entonces le mordí la cola a Talamanca...
Los monillos, a su alrededor, saltando y alborotaban de excitación., Claro que el Tití se guardaba bien de decir que Talamanca estaba dormida.
La carcajada estrepitosa de Cocorí amoscó un tanto al mono, que en medio del círculo de oyentes tenía una actitud de arrojo y valentía.
Pero Cocorí no quiso descubrir a su amigo y continuó a la carrera. Pasó lo matorrales y salió a la playa. Vio que los huevos de doña Modorra ya se habían abierto con el calor de la arena y una docena de tortuguitas estaban aprendiendo a mojarse los pies en la espuma de las olas.
-Ya viene la mamá - les previno. alegre de darles la noticia.
Siguió corriendo por la playa y cuando divisó su choza comenzó a gritar:
-¡Mamá Drusila, aquí vengo, soy yo, Cocorí!
la Negra salió a la puerta limpiándose el rostro con el delantal. De un abrazo alzó a Cocorí hasta quedar su carita junto a la suya.
-¡Mi chiquitito!, ¿dónde estabas, hijo mío? ¿Qué te habías hecho? - Y los besos llovían sobre el rostro del Negrito.
-Ya te contaré, mamá. ¿Sabes? Mi flor tuvo una vida muy larga; me lo explicó el Cantor.
-¿Sí, cómo?
-Dice que tuvo una vida apretada, que en un día vivió más que el Caimán y que Talamanca, porque pasó su vida haciendo el bien.
-¡Ah! es cierto, Cocorí ; pero, además, yo te tengo una sorpresa. ¿Recuerdas la rama de la Rosa que quedó en el vaso? Pues ven a verla.
Y de la mano lo llevó al jardín.
Con los desvelos de la Negra, que la había regado día y noche, ansiosa d que cuando regresara Cocorí le sirviera de compañía para que nunca la volviera a abandonar, en el centro del jardín crecía un rosal.
Cocorí podría decir más tarde orgulloso:
-Yo tenía siete años cuando este rosal fue plantado.
Sus grandes rosas rojas se abrían bajo el candente sol del trópico. Y tenían también los estambres del más fino cristal, y esparcían alrededor un aroma sutil, como una nube rosada de encanto.



Capítulo IX - Talamanca La Bocaracá




TALAMANCA LA BOCARACÁ
Las hierbas comenzaron a ralear. la tierra aparecía más descarnada entre los troncos a que se alzaban mudos de pájaros sobre el suelo arrasado. En la tierra reseca, sin la alfombra de verdura, la pisadas repercutían en el silencio impresionantes:
-Toc, toc, toc.
Al Tití ya no le parecía suficiente el conjunto y enredaba los dedos en signos cabalísticos. Si salía con vida de esto, no volvería a alejarse de sus cocoteros.
- ¿Por qué tanta desolación? - preguntó Cocorí, que ya no respiraba de nerviosidad.
-Nos acercamos - susurró doña Modorra, y ante el gesto interrogante del Negrito, prosiguió -: Donde Talamanca la Bocaracá se arrastra por la selva la yerba no crece más. Por eso, cerca de su nidal todo es devastación y ruina.
De improviso la selva se abrió en un claro enorme; sin una sola brizna de yerba, sin un solo matorral, ni siquiera un arbusto. En una superficie gigantesca, pelada y árida reposaba Talamanca la Bocaracá.
Los tres amigos se detuvieron amparados detrás del último árbol que avanzaba como un centinela en el claro donde Talamanca tenía su cubil. Desde allí la contemplaron en silencio.
-Es más gruesa que el tronco de un roble - articuló por fin el Negrito.
- Chist, chist - lo hizo calla el Tití, desesperado de que pudieran delatarse.
-Es como el río que ondula por el llano y se pierde en la lejanía - repitió Cocorí, hipnotizado.
El Tití se tiró al suelo y escondió la cabeza entre sus largos brazos, que la anudaron el cuello. ¡Qué imprudente! Con un coletazo Talamanca los lanzaría hasta el mar.
Hasta la impasible Tortuga dejaba ver una expresión de estupefacción.
-En todos mis años no he visto nada igual.
Mucho rato estuvieron contemplando el enorme cuerpo zigzagueante del cual no alcanzaban a ver la cabeza perdida en lontananza.
Pero Talamanca no se movía.
El Tití fue sacando la cabeza poco a poco de entre los brazos y, más tranquilizado con la quietud de la serpiente terminó por erguirse junto a Cocorí.
Esperando mucho rato, sin osar aventurarse en el terreno desolado donde no tendrían la escasa protección de los pocos árboles que los rodeaban. ¿Y su Talamanca enojaba? ¡Oh, mejor era no pensar siquiera en eso!
Al fin el miedo de Cocorí se atenuó con la impaciencia
-Pero, ¿qué le pasa a la Bocaracá? - ¿no estará dormida? - sugirió doña Modorra.
Y por asociación de ideas bostezó tanto que casi se safa la quijada, lo que era insólito en una tortuga tan buen educada.
Al amanecer, continuaban allí y decidieron mandar al Tití de explorador. Podría orillar el claro a través de los escasos árboles para contemplar más de cerca la cabezota del monstruo.
-¡No, yo no quiero ir! No tengo ninguna curiosidad de verle la cabeza.
Discutieron mucho rato y por último lo obligaron a empellones. Refunfuñando, se alejó entre los árboles.
-¡Grrr!, sí, claro, como ellos se quedan en lugar seguro.
En la tarde regresó muy agitado. La Tortuga perdió toda su compostura y se abalanzó a preguntarle:
-¿Qué hubo? ¿Duerme? ¿Está haciendo la siesta? ¿Le viste el rostro? ¿Tiene gesto colérico?
El Tití comenzó a darse importancia, hasta que por fin aclaró solemnemente:
-La cabeza de Talamanca reposa dormida. Por la boca abierta le salen dos cuernos.
-¡Ay, dos cuernos!
-¡Una culebra con cuernos!
-Debe ser un dragón.
-Vámonos.
-Corramos.
Pero el Tití había tenido buen cuidado de preguntar ala reina de un hormiguero de los alrededores, la cual le había explicado:
- No son cuernos de Talamanca. es que ayer se comió un toro a la hora de la merienda. Se lo tragó de un solo bocado y, como los cuernos no le cupieron por la boca, le quedaron de fuera.
-¡Qué horroroso!
-Sí-dijo el Tití, tomándose la barbilla - . es algo muy impresionante.
La Tortuga se dio cuenta de que se había excedido en sus transportes d entusiasmo y recuperó su tono. Entrecerró los ojos y trató de recordar sus conocimientos, heredados a través de las pocas generaciones de tortugas que habían corrido tierras desde que el mundo es mundo.
-Ya recuerdo - entonó, catedrático -. Tendremos aquí para rato.
Pero, ¿por qué, doña Modorra? - interrogó Cocorí.
-No se despertará mientras no digiera su almuerzo.
-Oh, bueno, si es sólo una siesta - aclaró doña Modorra.
Cocorí abrió los ojos desesperanzado:
-¿Semanas?
-Y algunas veces hasta meses.
Fue como un balde de agua helada para Cocorí, y otra vez la idea de la siesta contagió a su vieja amiga:
-¡Ah, que sueño teeengo! - dijo desperezándose -.
No nos queda más remedio que esperara.
-¿Y si se despierta?
-NO temas, no hay cuidado - contestó la Tortuga -
Y si tú me permites, yo... voooy... a... dormir... un... - Y, sin terminar la frase, doña Modorra recogió el pescuezo, se encerró en su carapacho y se quedó más dormida que una piedra.
Cocorí le tocó con los nudillos en la espalda:
-¡Tun, tun!
Pero ya la otra estaba en el quinto sueño. Entonces se sintió más desaminado que nunca ahora que sólo tenía por compañero a ese cabeza hueca del Tití.
Pasado un rato, de puro aburridos comenzaron a salir al claro hasta que terminaron por quedar junto a la cola de Talamanca.
Las enormes escamas aparecían gastadas por los años y se le veía la piel algo descarada.
¡Cuantísimas coyundas sacarías el curtidor de ese cuero! - pensó Cocorí.
Bordearon la cola y cuando llegaron a la altura del enorme vientre, el Negrito se detuvo impresionado:
-Qué desgracia no poder plantearle mi problema - comentó con el mono -. Una  persona con un vientre tan majestuoso y un sueño tan satisfecho, tienen que ser muy importante. El Tití tomó confianza y se encaramó en el lomo, continuando su recorrido por arriba. Así llegaron hasta la cabezota, dos cuadras más allá, chata y maligna.
El monillo comenzó hacer cabriolas en uno de los cuernos. Luego le levantó un párpado con gran esfuerzo, pero los ojos en blanco lo terminaron de convencer de que ningún ruido sería capaz de despertarla.
-¡Ni que reventara un trueno junto a sus oídos!
Por fin se bajó deslizándose como por un tobogán.
Llegó la noche, salió el sol, de nuevo aparecieron las estrellas entre los árboles. Cocorí espiaba a doña Modorra a ver si daba señales de vida. Se sentía ya cansado. Recordaba a mamá Drusila, que no sabía de él hacía tantos días , y las lágrimas le corrieron a raudales pensando en el tibio amor de la negra.
Al tercer día doña Modorra comenzó a dar señales de vida. se agitó su caparazón,. Media hora después entreabrió un ojo. Lo cerró de nuevo. Se volvió de costado y abrió el otro ojo. El negrito y el Tití la contemplaban ansiosos. Por fin se desperezó.
-¡Aaaaah, qué pesadilla tuve! Soñé que estaba en los dominios de la Bocaracá. Pero, ¿qué es esto? - la visión del paisaje la volvió a la realidad y, de puro susto, quiso esconderse de nuevo para seguir durmiendo.
-No, doña Modorra, ya no duermes más. Desde el lunes estamos esperándola y mañana es domingo - protestó compungido Cocorí.
-Estamos muy aburridos - agregó el monito.
-¿Cuánto tiempo faltará para que despierte Talamanca?
-Vamos a ver - repuso la Tortuga, y dirigiéndose donde reposaba el vientre de la culebra, tomó varias medidas, calculó, contó con los dedos y al fin dijo -: Por la hinchazón de la panza falta muchísimo. ¿Y si después de esperarnos resulta como don Torcuato? - terminó, ya que desde esa aventura había quedado muy escéptico acerca de la sabiduría de los grandes y algunos prestigioso injustos que reinaban en el bosque.
Cocorí no se resignaba a renunciar a su empresa.
-¿No te gustaría darte un buen baño de mar?, ¿o ir a ver a tu mamá? - preguntó insidiosa la Tortuga, pensando para sus adentros que ya era tiempo de que naciera la nidada de tortuguitas que había dejado empollando al sol.
-Claro que sí - le contestó Cocorí infantilmente.
-Entonces vámonos.
El Tití chilló feliz:
-Sí, sí, vámonos.
En el interior del Negrito se produjo una batalla. ¿Irse, quedarse? Si se iba, ¿quién podría resolverle su pregunta? Talamanca había sido la última esperanza. ¿Qué hacer , ¡ay! qué hacer?.
Se daba  cuenta clara de que sus amigos estaban ansiosos de regresar a si pacífica vida de antes. No podía abusar de ellos. Por fin se declaró vencido:
-Vámonos - aceptó suspirando. Y la tristeza plegó sus alas grises sobre su corazón.