JUSTIFICACIÓN DE POSICIONES ANTE LOS VALORES
La obra versa - al
igual que El principito - en uno de los valores fundamentales del ser humano:
la amistad. Como ser que vive en sociedad, el hombre depende de la amistad
entablada con los otros para desarrollarse afectivamente y en forma plena.
Por
ello, Cocorí encuentra en sus amigos (doña Modorra y el Tití) el apoyo que le
permite adentrase en la selva en busca de la respuesta a su pregunta de porqué
su Rosa vivió tan poco y otros tienen más años que "las hojas del
roble" (p.32), "las yerbas del monte" (p. 33), "las
semillas del higo" (p. 34), "las arenas del mar" (p.36).
Doña Modorra vence el
miedo y lo acompaña; además lo salva varias veces con sus prudentes consejos
así demuestra su agradecimiento y amor (otros valores importantes) por el niño,
quien también la socorrió cuando ella lo necesitó.
Ej.
"A doña Modorra
el terror lo paraliza. Está hecha una gelatina de miedo dentro de su concha.
Pero, dominándose, por el amor a su prójimo, le grita:
- ¡Cocorí, no corras
en línea recta porque te alcanza! ¡Corre haciendo círculos!" (p.51)
La acción oscila
alrededor de la corta vida de la Rosa; desde el epígrafe (cita que encabeza la
obra literaria) se deja entrever la importancia de este personaje personificación
al igual que los animales, quienes poseen hasta el don de hablar.
El epígrafe dice:
"A breve vida
nace destinada,
sus edades son horas en un día." Quevedo.
La Rosa despierta en
Cocorí valores (así como los despertó en el Principito de responsabilidad,
cariño, ternura) Tales como: bondad, generosidad, amor, amabilidad.
Ejs.
"Todo le parecía
amable y hermosa." (9. 25)
"¡Es cierto! por ella salvé yo a
doña Modorra - recordó. Por
ella rescaté al Tití y por ella me
atreví a vencer la selva - y
comenzó a ensancharse le una
sonrisa en el rostro." (9. 76)
doña Modorra - recordó. Por
ella rescaté al Tití y por ella me
atreví a vencer la selva - y
comenzó a ensancharse le una
sonrisa en el rostro." (9. 76)
otro valor que se destaca
es el amor maternal, el cual perdona la desobediencia y olvida la preocupación
que sintió por el destino del hijo perdido.
El.
"- ¡Mi
chiquitito! ¿dónde estabas hijo mío? ¿Qué te habías hecho? - Y los besos
llevían sobre el rostro del negrito." (p. 79)
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