DOÑA MODORRA SABE MUCHAS COAS
Salieron de madrugada, cruzaron
los primeros matorrales y el bosque de bambúes, y poco después caminaban con
gran dificultades por la selva enmarañada.
El Tití iba saltando muy feliz de
rama en rama. Sólo de vez en cuando la imagen de don Torcuato le erizaba los
pelos.
-¡Uh, uuuuuu!, ¡Oh, oooo!
El ruido lo paralizó de golpe. Un
vendaval furioso avanzaba por el bosque, aventándolo todo a su paso. El mono
saltó como un resorte sobre la cabeza de Cocorí justo en el instante en que el
Tapir enorme pasó como un caballo al galope.
No se había repuesto aún del
susto cuando:
-Ra-cuaaaaaá,
racuaaaaaá - estalló la carcajada estridente de una cacatúa, y otra vez el Tití
tuvo que huir a refugiarte en lo alto de una palmera.
Doña Modorra, para disimular su
cansancio, propuso:
-Celebremos una conferencia - y
tosió con aire de importancia. Pero Cocorí, que ardía en impaciencia, consiguió
convencerla de que no era necesario, y prosiguieron hacía los dominios del
Caimán.
Conforme se acercaban, doña
Modorra comenzó darle consejos:
-Tienes que ser muy educado,
Cocorí; ya sabes que don Torcuato es muy quisquilloso. Trata de halagarlo,
porque es muy sensible a las adulaciones. Es triste esto - suspiró la Tortuga
-, que recurrir a armas innobles, pero
no hay otras.
Era obscuro la selva por donde
caminaban nuestros amigos. Sólo unos rayos de sol se filtraban a duras penas y
dejaban caer sus monedas de oro en la tierra.
Horas después, al llegar la
noche, las sombras se hicieron más densas. A cada paso Cocorí tropezó y caía de
bruces en los charcos.
El Tití se sentía enfermo del
corazón con tanto sobresalto y doña Modorra era la única que se mantenía
imperturbable, venciendo, constante y lenta, los espantos de la selva y de la
noche.
Por todas partes brillaban ojos
fosforescentes en la espesura.
-Deee-me la maa-no - tartamudeó
Cocorí, y tomando la mano de la Tortuga prosiguió adelante.
-Ya es hora de dormir - aconsejó
una hora después doña Modorra -. Tití, trae cuatro horquetas, y tú, Cocorí anda
a buscar unos bejucos.
Regresaron y con gran pericia se
puso a construir una cama. Plantó las cuatro horquetas, atravesó varios palos
encima, lo amarró todo con bejucos y lo cubrió con anchas hojas de plátano.
El Tití, dominado por el sueño,
la veía hacer sus preparativos en un cono de tierra. No se había fijado en la
multitud de puntitos negros que hervían en el montículo.
-¡Ayayayay!
- saltó gritando de pronto. Y corrió a sentarse en un charco para calmar el
ardor de las hormigas en un charco para calmar el ardor de las hormigas
carniceras. pero toda la noche se agitó y se rascó remeciendo el rústico
camastro.
Al
día siguiente se levantaron con grandes bríos. A lo lejos bramaba el río entre
las piedras.
-Ya
nos estamos acercando al pocerón del Lagarto - advirtió doña Modorra-
Cocorí
comenzó a sentir apetito. En el recuerdo le humeaba el tazón caliente que le
llevaba en las mañanas mamá Drusila, y sentía un cosquilleo en la boca del
estómago. Divisó un árbol frondoso cargado de frutas jugosas y con el Tití se
subieron a las ramas con la ilusión de un banquete.
-¡Cuidado!,
¿a dónde van? - gritó doña Modorra.
-Esas
frutas tan lindas. ¿No le dan ganas? preguntó extrañado Cocorí.
-Come
de esas otras mejor - le indicó la Tortuga, señalando un árbol retorcido en
donde las fruyas se asomaban menos apetitosas.
Cocorí
se detuvo dudoso. estaría bromeando doña Modorra?
-¿Cómo,
de esas tan feas? Si están todas picoteadas de pájaros.
-Por
lo mismo, mocoso imprudente - sonrió la Tortuga -. ¿No comprendes que si los
pájaros han respetado ésas tan tentadoras es porque deben ser venenosas.
El
mono, uqe ya se había echado una a la boca, la escupió y del puro susto se le
pasó el hambre.
Cocorí
agradeció una vez más a la sabia Tortuga. ¿Qué habrían hecho sin su valiosas
experiencia? Y escogió para ella las frutas mejores y le partió un coco para
que calmara la sed.
Siguieron
el camino y al atardecer escucharon el río como un trueno de agua. El suelo se
había vuelto más fangoso.
-Debemos
orientarnos un poco - aconsejó la Tortuga -. Creo que el Tití debe subirse a
ese árbol y ver si divisa algo.
El
mono trepó en un instante por un enorme guayacán que sobresalían del resto del bosque como una torre. Arriba tuvo
que sujetarse con fuerza, porque el viento lo quería derribar, y, bien prendido
de la cola miró: ¡Oh!, la laguna brillaba azul entre los árboles.
-Allí
vive don Tor... - Tuvo que tragar saliva al mencionar al Caimán y se deslizó
hasta el suelo -. Hi, hi, hi - indicó
con la mano.
Y
animados, los tres prosiguieron orillando los dominios del Jaguar.
De
pronto vieron al Tití, que iba por las ramas, agazaparse cauteloso y, ¡zuas!,
se dejo caer como un disparo sobre otra rama más baja. El desesperado
´piar de un pajarillo les explicó lo que
sucedía, y entre las hojas vieron al mono que comenzaba tranquilamente a
arrancarle las plumas.
-Suéltalo
- le gritaron.
Se
quiso escapar con su presa, pero Cocorí de un salto lo atrapó por la cola.
-Pobrecito,
cómo tiembla, - acarició con suavidad al pajarito, le dio agua en la palma de
la mano y el plumón comenzó poco a poco a retomar, tembloroso, a la vida.
-Gracias,
Cocorí - pió con suavidad.
-¡Cómo!,
¿me conoces?
-En
el bosque todo lo sabemos.
-Pero,
¿cómo?
-Los
correos de la selva nos contaron que los tres andan en busca de don Torcuato.
Cuando conversaban en la playa, los escuchó el Moscardón; corrió a contárselo a
su compiche el Tábano; éste se lo susurró al Yigüirro, que es compradre del
Topo, el que tenía que hacer un mandado por estos barrios y viajó toda la noche
con la nueva.
Cocorí
escuchaba maravillado.
-Pero
ten cuidado - le previno el Pájaro -, porque el Caimán tienen un genio
terrible. Tal vez yo pueda interceder por ti.
El
negrito miró al Pájaro que casi había muerto en las manos del mono y dudó mucho
de que pudiera servir de algo ante el todopoderoso don Torcuato, el feroz
Caimán.
-Pero,
¿Tú lo conoces?
-Pss,
somos así - y torció los dedos de la pata -. Tal vez yo su único amigo. Ya los
verás, soy su dentista.
Y
se adelantó alegre, cuidado, eso sí, de mantenerse a prudente distancia del
Tití. Pero éste, con la cola entre las piernas de pura vergüenza de lo
ocurrido, no le jugó ninguna otra diablura.
😀😁😀😋😀😋😎😍😏
ResponderEliminar😏😏😏😏😏😏😏😏😝
ResponderEliminar😂😂😂😂😂😂
EliminarJaja a que te quieres referir con esas caras 🤣😏
EliminarMe
ResponderEliminarMe encanta ✝️😺
Eliminar??????????????????????????????(?(?(?(?(????????????????????
ResponderEliminarEl cuento es el mejor de todos, lo malo es que en la edición cometieron muchos errores, faltas de ortografía y palabras mal escritas..
ResponderEliminarsi
EliminarYo no diría que es el mejor cuento del mundo pero, cada quien con sus gustos no...
Eliminarel libro esta muy bueno
ResponderEliminar👍👍👍🌐🌐🌐🌐🌐🌐🌐🌐🌐🌐🌍🌏🌎🌐🌍🌎🌏🌕🌑🌘🌗🌒🌕🌔🌖🌓🌕🌖🌓🌔🌒🌞🌗🌜🌚🌚🌙🌞⛄❄🌂❄🌀☔🌁🌁🌬🌬🌫🌫🌫🌪🌩🌩🌨🌨🌨🌧🌧🌦🌦🌥🌥🌤🌤🌤⛅⛅🌈☁☁☀🌾🌾🌽🌺🌼🌻
ResponderEliminarMarselo agachate y conocelo
ResponderEliminarRodrigo agachate y te lo digo
ResponderEliminarFilipino el que te metió el pepino
ResponderEliminarEstefi . Este fierooooooon
ResponderEliminarJajajajajajajak
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarmuy lindo
ResponderEliminartrece,mientras mas me la mamas,mas me crece xdxd
ResponderEliminar