lunes, 3 de junio de 2013

CAPITULO II - UN NEGRITO CUMPLE SU PROMESA


UN NEGRITO CUMPLE SU PROMESA



- Yo tengo un clarín de oro
y un gorrito carmesí
y con mi canto sonoro
despierto al caimán, al toro,
al león, al jabalí,
a la tortuga y al loro
y al negrito Cocorí.



Cantó el gallo y su canto cruzó el cielo como una flecha de plata.
Cocorí saltó y se lavó los párpados del último sueño. primero buscó ramas secas por los matorrales t dejó un hermoso fuego crepitando, para ahorrar trabajos a mamá Drusila. Así, tal vez, le perdonaría su escapatoria. Después se despidió de la Rosa desde la ventana.
-Ahora voy al bosque a buscar el monito que te prometí.
le tiró un beso con la punta de los dedos y, con la visión de la flor desbordándole el corazón, salió a la playa.
La alegría cantaba en su interior.
Buscaría un Tití color canela, con una mancha en el rostro, como si se hubiera empolvado. Aunque, ¡cómo haría para cazarlo? Eran livianos y rápidos, columpiándose en las lianas y trepando hasta el cogollo de la palmera apenas alguien se aproximaba.
La empresa presentaba dificultades, pero Cocorí tenía que buscar el modo de vencerlas. Dio la vuelta a la península, siempre con al silueta del barco frente a los ojos, tan ensimismado en sus pensamiento que no reparó en el obstáculo que había en su camino.
El tropezón lo volvió a la realidad.
-¡Auch!
Acariciándose el dedo adolorido se dejó caer al suelo y entonces a doña Modorra. La pobre tortuga se había caído de espaldas y pataleaba que era un gusto en sus afanes por enderezarse. Quién sabe cuánto rato llevaría en aquella posición.
En otra ocasión, Cocorí hubiera gozado con los trabajos de doña Tortuga que se bamboleada ridículamente sobre su caparazón. pero el recuerdo de la Rosa endulzaba su alma y nunca Cocorí se había sentido más bueno que aquella mañana.
-¿Ay, pobrecita de mí! - gemía la Tortuga - . ¿Si nadie me ayuda, me asaré al sol!.

El Negrito la tomó de una pata y con un enorme esfuerzo la puso de pie.
Doña Modorra, toda congestionada, suspiró:
-¿Qué modo de dolerme los riñones! ¿Ya estaba viendo relato de  la vieja:
-Vieras de la que me has salvado, Cocorí. Si el jaguar llega a sorprenderme en esa posición indefensa, hubiera muerto en la flor de la edad.
-Pero..., ¡usted es joven? - preguntó él, todo sorprendido.
-¡Y qué te has figurado? - Doña Modorra se pavoneó coqueta - . Si tengo solo ciento cincuenta años, lo que no es nada para nosotros, que vivimos trescientos.
Cocorí, un poco desconfiado, le miró las "patas de gallo", y los centenares de arrugas del pescuezo, pero prefirió disimular:
-Ya se siente bien, ¡verdad, doña Modorra?
-Sí, gracias a ti, hijo mío. Nunca olvidaré tu ayuda. Pero dime, ¡a dónde vas tan de mañana?-
-Voy a cazar un Tití, pero la verdad es que... - hizo un puchero - no sé bien cómo hacerlo.
-¿Un Tití? - en la voz de la Tortuga había un poco de burla-. Pero si un Tití recorre toda la selva en menos tiempo que yo gasto en bostezar.
-Yo sé, yo sé que son unos demonios - suspiró Cocorí -,. pero tengo que cazar uno.
A doña Modorra le entró lástima:
-Explota sus vicio, Cocorí, y lo atraparás. Siempre los vicios acaban por perder al débil que no sabe dominarlos - terminó, abusando de su fama de filósofa.
Lo de filósofa se lo ganaba con su cara de ausente, siempre como rumiando pensamiento muy profundos, aunque algunas malas lenguas, como la Ardilla y la Lagartija, decía que sólo era una perezosa.
- El Tití es goloso - prosiguió la tortuga - . La gula lo pierde. es también un poquito... aturdido - terminó buscando la forma más suave de decir que no era inteligente. No quería que después contaran que era una vieja chismosa.
Cocorí le dio las gracias y se despidieron como grandes amigos.
Atravesó el bosque de bambúes y pronto divisó la choza del campesino con un humo blanco que salía de la chimenea.
"Pero ¡qué serán esos gritos?"
Se subió a un árbol para mirara mejor lo que ocurría y vio al Campesino correr y saltar, con la cara descompuesta de cólera.
-¡Ladrones, monos sinvergüenzas, ladrones! ¡Siempre robándome la cosecha!.
Y con su honda les tiraba grandes piedras.
Cocorí vio a los monos correr a gran velocidad, en fila india, por entre las hileras del maizal. Cada uno había amarrado dos mazorcas colgándoselas del cuello. Pronto se refugiaron entre las copas de los árboles.
Cocorí se acercó al Campesino, que se quejaba plañideramente.
-¡Qué monos tan malos! ¿Cómo se llaman?
-Son los Titíes, pero deberían llamarse siete diablos. Algún día me la van a pagar.
Cuando el Negrito oyó lo de Tití, estiró las orejas:
-Vamos a perseguirlos - propuso.

-¡De acuerdo, vamos!
Y se internaron por entre los zarzamoras y la intrincada de urdimbre de los helechos.
De súbito sintieron sobre sus cabezas una dura lluvia que los apedreaba sin misericordia.
-¡Ay!, ¿qué están tirando? - ¡Mi nariz, ay, mi nariz!
Los monos, desde las altas ramas, se reían a carcajadas apretándose el estómago con los puñitos:
-Hi, hi, hi - y rápidos terminaban de comerse el maíz, mientras lanzaban las corontas con certera puntería.
Cocorí y el Campesino tuvieron que salir a la carrera en vergonzosa retirada. Al hombre le apreció un enorme chichón entre el pelo y Cocorí tenía la punta de la nariz colorada como un pimiento.
-¿Cómo hacemos para pillar alguno? - decía rabioso el campesino. Y Cocorí recordó los consejos de doña Modorra. Cocinaron un riquísimo arroz con leche que despedía un tufito que les hacía la boca agua; recogieron u coco y en la dura cáscara le abrieron un hueco del tamaño de un dedo, justo para que cupiera la mano abierta del Tití, y en el fondo del coco pusieron una cucharada del humeante arroz.
-Se los va a llevar la trampa por golosos - decía Cocorí, feliz con los preparativos; y el campesino gozaba de antemano con su venganza.
Se pusieron en marcha y fueron a la selva, en donde dejaron el coco bien amarrado con bejucos al pie de una palmera. Después se metieron por el platanal, se cubrieron con hojas para que no divisaran y se quedaron al acecho.
Al cabo de un rato el Campesino musitó al oído de Cocorí: - Ya vienen. ¡Chist!.
Y por un largo bejuco miraron deslizarse a un mono Tití por el olor. Se acercó de puntillas haciendo muecas golosas y mirando con sus ojillos redondos para todos lados de la palmera, olió el tufillo del arroz y metió la mano en la trampa.
-¡Ya! - gritó el campesino a Cocorí, y ambos se precipitaron.
El Tití quiso sacar la mano y escapar, pero el hueco del coco era muy estrecho para que pasara el puño cerrado lleno de arroz. cegado por la gula, no atinaba a soltar la golosina para escaparse, y gimió y hacía forcejeos pegados al coco. Por último se acurrucó, muerto de miedo, mientras pensaba que esta vez iba a pagar todas sus picardías.

El campesino llegó primero y lo zamarreó del brazo:
-Ya te enseñare a robarme el maíz. ¡Te echaré agua hirviendo?
El Tití, todo compungido, hacía muecas y con la mano libre se tapaba la cara, asomando sólo un ojo por entre los dedos.
Cocorí, a duras penas, consiguió aplacar al hombre salvando al mono de sus cólera tan justa. Porque, ¿cómo iba a presentarse ante niña con un Tití desollado en agua hirviendo?
-Mire, no le haga nada - suplicaba -. Yo me encargo de castigarlo.
-A ese bribón yo le doy un tirón de orejas - gritaba el campesino. Y pasando de las palabras a los hechos, le dio un tironazo9 que casi se las arranca.
-¡Ayayayay! gimió el Tití, e hizo tanto teatro y muecas tan exageradas, que el Campesino se le aplacó la cólera.

-Está bien , te lo regalo, Cocorí, pero te prevengo que nada bueno vas a aprender con este picaronazo - y sobándose el chichón  de la cabeza, regreso a su maizal.

28 comentarios:

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  2. Wow que bonito libro el de cocori me encanto Bue trabajo. :)

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  3. Este cuento me ayudo a hacer mi tarea de lectura ortografía y caligrafía y me gusto muchisimo😊😊💜💜❤❤

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  4. ¿Cual idea tuvieron cocori y el campesino para atrapar al monito tití

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  5. ¿Por qué estaba tan molesto el campesino?

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  6. cuales son las caracteristicas de la tortuga

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  7. Este cuento me ayuda a inspirarme para un cuento que tengo que hacer para un concurso

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  8. es muy lindo me en canta lo lei 4 veses

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  9. No lo lean es una tontería de fabula

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  10. Da asco este libro de miércoles de mierda

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  11. que estupidos como queda hasco los que dan asco son ustedes

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